
¿Qué creemos?
Solo la Escritura es la autoridad final en cuanto a la revelación y la definición del evangelio de Cristo. “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:9). La entrega apostólica del evangelio fue final y decisiva.
Solo por la fe. “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley (Rom. 3:28). La fe y nada más, es la forma en que recibimos el don de la justificación.
Solo por la gracia. “[Dios] aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) [...] Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:5, 8-9).
Solo en base a Cristo. Cristo “no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Heb. 7:27; ver también 9:12, 10:10). No se puede agregar nada a la obra de Cristo para cubrir nuestros pecados y esa obra no se puede repetir.
Solo para la gloria de Dios. “En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1:5-6). Dios nos salvó de manera que no puede haber jactancia humana (Ef. 2:9, 1 Cor. 1:26-31) y solo podemos mostrar Su gloria.